Fui yo que te pintaba, fui yo que te escribía, fui yo que te escondí, como un retazo de sol que envuelve a la mañana rosas blancas, tras el ozono azul de mis palabras, mentira que refulge a la luz del desamor,
cuando cae el telón de la ignorancia,
y la verdad nos ciega con su luz tan extraña.
No eras hermoso,
en mis ojos, la belleza descansaba.
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